domingo, 26 de junio de 2011

El suelo respira


Hace diez años, es increíble cómo pasa el tiempo, realicé una estancia de prácticas en Alemania, concretamente en la Universidad de Hohenheim, en Stuttgart, al suroeste del país. Participé en varios proyectos de investigación para finalmente decantarme por uno en el que profundizar y centrar en él mi trabajo. El elegido se me antojó muy interesante desde el punto de vista que era algo diferente a lo que había hecho hasta entonces: se trataba de estudiar el intercambio gaseoso entre suelo y atmósfera.

El trabajo de campo se hacía en un lugar de la Selva Negra, un marco incomparable, sin duda. El motivo de que ocurra la emisión de gases es la actividad microbiana y bacteriana que se produce en los distintos perfiles. Los resultados mostraban que el flujo de gas del suelo a la atmósfera era mayor en verano que en invierno. Por tanto se ve que algunas bacterias y microorganismos son resistentes al frío, ya que a temperaturas bajo cero había actividad, aunque fuese menor que en la temporada más cálida.

Los gases medidos fueron metano y óxido nitroso, en diferentes suelos: un pantano, un histosol y un cambisol. Todos estaban en la misma zona a escasos metros de distancia, por lo que las condiciones climáticas y de material de origen eran las mismas. Esto quiere decir que el factor que los diferencia es básicamente el régimen hídrico, o sea la cantidad de agua.

El proceso para obtener las muestras de gas fue el método de cámara cerrada. Se colocaron unas cajas metálicas en el suelo de forma que se pudieran cerrar herméticamente, se daban unos intervalos de tiempo para que se acumulara el gas y se recogía la muestra a través de una aguja en unos botes de vidrio hermético a los que se les había hecho el vacío en el laboratorio previamente. Una vez recogidas las muestras se analizaban con un cromatógrafo de gases.